Entrevista a Dorortea Muhr
Conocimiento de causa
"Yo sabía que no iba a ser la única mujer de Juan, eso era absolutamente absurdo", asegura Dorotea Muhr, viuda de Juan Carlos Onetti, en una reciente entrevista. Desde España, Muhr recuerda la amistad entre Onetti y Benedetti, y relativiza la misantropía de quien fuera su pareja por cuarenta años.
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Dorothea Muhr en el Teatro Solís, durante el lanzamiento del Año de Onetti. Montevideo Portal
"Se reconfortaban el uno al otro de la ausencia de su maravilloso Uruguay. Mario fue más consecuente, porque volvió", asegura Dorothea Muhr, describiendo el vínculo de exiliados que unía los dos escritores, en la añoranza de un país del que se encontraban forzosamente alejados.
En entrevista con el periodista y escritor Juan Cruz, publicada por El País de Madrid. Muhr asegura que Onetti se sentía muy cómodo con las visitas de Mario Benedetti, y que ambos sostenían frecuentes conversaciones telefónicas. "Mario inició el desexilio, como él decía, pero nunca se recuperó del todo de la persecución que los militares practicaron contra tantos uruguayos. Pero Juan Carlos no quiso volver. Era perezoso para el avión, lo odiaba, y siempre decía: 'Estoy viejo, estoy feo, la mitad de la gente que yo conocí se murió ya. No le entusiasmaba la idea de volver", confiesa.
"Dolly" recuerda haberles tomado una fotografía a ambos, en esa misma casa que la pareja compartía, y en la que tuvo lugar el reportaje. En dicha foto los escritores aparecen riendo de buena gana, a pesar de la fama de hosco y misántropo que el autor de El astillero aún sobrelleva. "Un tópico más", afirma Dorotea, reconociendo que su compañero "era huraño, sí. Era irónico y sarcástico, y a veces el sarcasmo se interpretaba mal. Creo que en Uruguay se usa más la ironía que acá, o por lo menos eso es lo que pasaba antes", y agrega que Onetti era especialmente simpático "con los niños y los animales".
La mujer recuda entonces a "la Biche", la perrita mascota de la pareja, a la que Onetti, entre bromas, culpaba por sus hábitos sedentarios y su costumbre de permanecer en la cama. Según recuerda Dolly, el escritor se negaba a salir del lecho, aduciendo jocosamente que "esta perra me muerde las canillas". Según recuerda Muhr, el "hábito horizontal de Juan Carlos tuvo su génesis en la propia pereza del escritor, y en " una inyección que tuvo malas consecuencias", y le habría obligado a guardar cama, situación que luego se negara a abandonar. "Ya eso no fue su culpa", justifica.
Posteriormente, Muhr recuerda la visita de Idea Vilariño en 1989. La poetisa uruguaya -talentosa, elegante y seductora- había sido en otros tiempos el gran amor de Onetti. "Esa visita le hizo mucho bien" refiere Dolly, reconociendo que " fue importante para él. Como él no iba a volver, verla aquí era muy importante. Una gran poetisa, maravillosa... Ella era más intelectual, estaba a la altura de Juan en la literatura, yo estaba en otra cosa", asegura con humildad.
Respecto a ese encuentro, Muhr explica que prefirió no compartirlo. "Yo sabía que era una relación entre ellos, había sido una relación apasionada, quizá la más apasionada de Juan. Y cuando llegó, yo me fui. Estuvieron juntos, solos".
Al parecer, la prolongada relación de pareja entre Dolly y Juan Carlos fue posible a condición de que ella "no fuera celosa".
"Yo sabía que no iba a ser la única mujer de Juan a partir de entonces, eso era absolutamente absurdo", refiere Muhr, recordando los inicios de la relación. "Él me contaba, no había secretos. Había algo así como de conspiración. Ésta es tu vida, yo la comparto desde fuera. Y, por suerte, no soy celosa. Nunca lo fui. Si no, no habría funcionado", detalla
Sin embargo, subraya que su actitud no tuvo que ver con generosidad. "No, no. Lo que me importaba era que él me amaba a mí. Éramos casi como uno. Muchas veces decía: 'Vos sos un brazo mío'. Lo fui", concluye.